IDIOMA     

TERCER CENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA

 

  • CATÍ: DE ALDEA DE MORELLA A VILLA REAL (1691-1991)
  • Tras la conquista del Castillo de Morella por las armas cristianas de Blasco de Alagón en 1232, las tierras de Catí quedaron integradas, como ya lo habían estado durante la ocupación musulmana, dentro de los límites de los Términos Generales de aquel reducto inexpugnable, que ejerció su señorío sobre todas las aldeas nacidas bajo su jurisdicción y amparo. Catí era una de ellas, y como tal, el 25 de enero de 1239 fue dada a poblar por Don Blasco, señor vitalicio de Morella a Ramón de Bocona y 40 pobladores a fuero de Zaragoza.

     

    Portada del programa de las fiestas del III Centenario

     

    Como se ve la dependencia de Catí respecto a Morella se cimenta en los albores de nuestra reconquista, pasando junto a las demás aldeas a constituir una unidad sociopolítica de gran relevancia, que en modo alguno logró desvincularse de su metrópoli, pese a las constantes tentativas para lograrlo hasta el año 1691.

    Los abusos que el Justicia y Jurados de Morella cometieron sobre las sufridas aldeas durante los cuatro siglos y medio de tiránico sumisión fueron considerables, propiciando diversas reacciones de éstas a lo largo de este tiempo, tenientes a alcanzar su total emancipación.

    El sentimiento autonómico de estos sumisos pobladores aparece ya en el primer tercio del siglo XIV, al pretender que el rey adjudicara a las aldeas términos propios. Así acuerdan comisionar para formular esta súplica colectiva a Antonio Folch, de Castellfort, el cual consiguió que Pedro IV ordenara al Bayle de Morella, D. Nicolás del Pí, en 13 de enero de 1.340 llevara a cabo tal demanda; pero por discrepancias en el amojonamiento de las lindes no pudo materializarse hasta el mes de agosto del año siguiente.

    Alcanzado este objetivo y aprovechando la guerra que Pedro IV mantenía con Castilla, se le solicitó autorizara la emancipación de todas las aldeas respecto a la matriz con el fin de dedicarse de lleno a la construcción de sus propias murallas en lugar de contribuir de manera mancomunada al mantenimiento de las de Morella. El 8 de junio de 1358 concede el autogobierno de los concejos solicitantes, pero tan sólo mientras durara la guerra, aplazando una solución definitiva para el final de la mismo. Acabada ésta, la peste y la miseria se cebaron sobre las aldeas , que vieron como el monarca se dejaba inducir por las influyentes autoridades de Morella, revocando la provisión anterior en 1369 y disponiendo multas de quinientas o cinco mil libras, según fuera uno particular o el concejo, quienes reavivaran el problema de la desmembración.

    Otra tentativa para librarse de Morella se frustró en 1648, durante el reinado de Felipe IV, que en plena guerra en Cataluña y necesitado de recursos económicos llegó a firmar la independencia de las aldeas, pero esta vez tampoco se consumó el propósito por la acción fulminante de los Jurados de aquella que pasaron factura al rey de su aportación en el conflicto del Principado, haciendo que reconsiderara su decisión.

     

     

     

    Sería finalmente durante el reinado de Carlos II cuando se consumaría este anhelado sueño de alcanzar su liberación e independencia, que llegó precisamente por la necesidad imperiosa que tenía la Corona de recabar fondos para llevar adelante la maltrecha economía estatal. Así, de todas las aldeas sometidas a la jurisdicción y contribución de Morella, solicitaron acogerse a tal gracia Catí, Castellfort, Villafranca, Portell, Cinctorres, Forcall, La Mata, Olocau y Vallibona. Nueve en total, que previa la aportación de 20.000 libras al erario real pasarían a constituirse en villas reales. Este Real Decreto se firmó en Madrid el 9 de febrero de 1691, actuando de valedor en representación de los intereses de las distintas aldeas Juan Bautista de Peñarroja.

    Jubilosa fecha para la historia de estos nueve concejos, que vieron fructificar felizmente su eterno propósito de disponer de jurisdicción propia en sus asuntos particulares, sin ingerencias ajenas. Como consecuencia de ello, Catí dispuso desde entonces de nuevo Justicia, el cual juraría anualmente su cargo durante la Misa Mayor del día de Navidad de manera solemne ante sus convecinos; que entendería tanto en asuntos civiles como criminales. Hasta entonces su rango sólo le permitía intervenir en las primeras diligencias, trasladando posteriormente las causas al Justicia Mayor de Morella, quien se hacía cargo de todos los procesos, salvo de los de escasa importancia, siendo a la postre quien elegía a aquel una vez nombrado.

    Para llevar a efecto el Real Decreto de segregación fue nominado D. Ventura Ferrer y Milán, Barón de la Serra d'En Garcerán y Pobla Tornesa. Con su presencia Catí celebró de forma unánime y fervorosa este singular evento, programando para ello unos festejos extraordinarios, que tendrían lugar los días 25 y 26 de julio de aquel mismo año, festividad de San Jaime y Santa Ana, con participación de todo el vecindario, que gozó con justificado entusiasmo de la independencia y autonomía de su pueblo.

    Este año de 1991 se cumple el tercer centenario de aquel feliz suceso de infaustas consecuencias para el devenir de la villa de Catí. Efemérides tan trascendente debe ser conmemorada y recordada para futura memoria. Honrar el pasado es hacer historia y valorar la estirpe de nuestra raza, que con tesón y sacrificio supo tejer nuestro presente a impulsos de sus valores más profundos.

  • Antonio Meliá Lloréns

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    1991 AÑO DEL TERCER CENTENARIO

    Trescientos años han pasado ya desde que, en el año 1691, Catí alcanzase su condición de pueblo al segregarse del Castillo de Morella. Y por cierto, resultó muy costoso, tanto en años como en dineros, conseguir la tan ansiada independencia.

    Este hecho tan importante y significativo no ha pasado desapercibido a los catinenses.

    Catí, pueblo amante de sus tradiciones, con iniciativas, trabajador, de gentes curtidas por el esfuerzo pero al mismo tiempo de gran sensibilidad, ha sabido interpretar el sentido histórico y cultural del acontecimiento.

    Las fechas más significativas, hasta ahora, del presente año del Tercer Centenario son las siguientes:

    El día 9 de febrero de 1691, en Madrid, el Rey Carlos Il firmaba el Real Privilegio de separación de Catí y otras ocho aldeas de la jurisdicción de Morella. Catí recordó esa fecha manteniendo izadas las banderas en el Ayuntamiento, haciendo un bando, un volteo de campanas y un pasacalle por las calles del pueblo a cargo de la Banda de Música.

     

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    Con esta exposición sobre el Patrimonio de Catí, hemos pretendido presentar de una forma ordenada y actualizada una aproximación a nuestra historia y a nuestros elementos culturales y socio-económicos. Una extensa revisión bibliográfica, un amplio archivo fotográfico, y un arduo trabajo de mapificación y montaje han dado como resultado esta muestra, que ilusionadamente presentamos como un acto más de la conmemoración de nuestro III Centenario.

    Catí, abril de 1.991"

    (Texto que aparece en la introducción del folleto sobre la exposición del III Centenario)

     

    Durante los días 5, 6 y 7 de abril de 1991 tuvieron lugar los grandes festejos organizados exclusivamente para celebrar tan magnífico evento.

    Sin ánimo de resaltar nada en especial del apretadísimo programa de fiestas quiero señalar algunos hechos, actos y circunstancias de aquellos inolvidables días vividos tan intensamente.

    El domingo día 7 de abril fue la primera vez, y puede que única durante muchos años, que un Cardenal presidiera la misa concelebrada en la Iglesia de Catí. Y además con la brillantez que añadió la Coral y Orquesta en los cantos de la Misa de la Coronación de W. A. Mozart.

     

    Las dos magníficas exposiciones sobre Catí, la de los niños en las escuelas nuevas y la del Ayuntamiento, fueron auténticos hitos muy difíciles de repetir. Es imposible recordar la multitud de fotografías, planos, libros, pergaminos, joyas religiosas, trajes, cuadros, fósiles, y tantos y tantos objetos variadísimos, algunos primorosamente recuperados para esta exposición, que allí, con las rotulaciones adecuadas, tan brillantemente se exhibieron.

     

     

     

    Muy atractivo resulto el vídeo «Catí - Tercer Centenario» y de mucho éxito, por la gran acogida que tuvo y el gran número de copias que se solicitaron. En el vídeo se muestra la evolución de Catí desde su localización y orígenes, así como su momento actual en las distintas facetas culturales, industriales, ganaderas, folclóricas, tradicionales...

    Muy importantes han sido la reedición de la Historia de Catí de Mosen Juan Puig y el monolito de piedra conmemorativo del Tercer Centenario alusivo al nacimiento (de un huevo nace el nuevo ser) de Catí como pueblo.

     

           
    Monolito inaugurado durante las fiestas del IIIr Centenario

     

    También se realizó, por primera vez en Catí, una paella multitudinaria como símbolo de unión entre todos los catinenses.

    Importantes y festivos resultaron también el resto de actos, desde el toro embolado a la actuación folclórica en la Plaza, pasando por las orquestas, el brillante acto de inauguración y las tracas. Sin olvidarnos de nuestra magnífica banda «Unión Musical Catinense» tan alegre y bulliciosa como siempre.

    Otras fechas importantes son el 25 y 26 de julio, fiestas de San Jaime y Santa Ana respectivamente. Fueron en esos días de hace trescientos años cuando el Barón de la Sierra d'Engarcerán y Pobla Tornesa D. Ventura Ferrer llegó a Catí como comisionado del Rey para llevar a efecto el Real Decreto de segregación. Como dicen Miguel Segarra Roca y el Dr. Francisco Celma,(1) se celebraron extraordinarias fiestas donde el pueblo todo, con inusitada alegría, asistió en masa a los diversos actos y ceremonias que se celebraron con tal motivo.

     

      Escuelas de Catí, inauguradas durante las fiestas del IIIr Centenario.

     

    Seguramente ese era el motivo por el cual se hacían las fiestas y carreras con mulos o a pie (la carrera de las cintas), que muchos aún recuerdan.

    Aún quedan días, dentro de las fiestas patronales de agosto, o en el resto del año, para seguir celebrando esta conmemoración tan especial e irrepetible. Ojalá pudiéramos darnos cita todos para dentro de cien años. Seguro que los celebraríamos aún con más brillantez si cabe.

    No puedo contener la tentación de significar algo maravilloso de este acontecimiento. Cierto es que, al principio de organizar los festejos, la gente se mostraba fría y escéptica. Sin embargo el calor, entusiasmo y participación, casi desbordaron y rebasaron al de los propios miembros de la comisión organizadora. Y es que, desde la misma Corporación Municipal con su Alcalde al frente, hasta el cura párroco, pasando por entidades de crédito, empresas y comercios de Catí, o vinculados a Catí, el apoyo final fue fundamental. Sin embargo no es eso, aun siéndolo, lo más importante. Lo que llegó a emocionarnos y contagiarnos de alegría fueron los propios catinenses. Llevaron todo lo que pudieron o encontraron para la exposición, acudieron, aplaudieron y participaron en todos los actos, rebasando las previsiones más optimistas y que, en definitiva, disfrutó y fue el alma de la gran fiesta del Tercer Centenario de Catí.

    Hasta, si se me permite, diría que la Virgen de L'Avellà, San Martín y Sant Pere de Castellfort, arrimaron el hombro para que, ese fin de semana, cambiase espectacularmente la climatología y tuviéramos, en un año de nieves, un tiempo que pocos pensamos o soñamos que pudiéramos disfrutar.

    Paco Martí

     

    (1) Miguel Segarra Roca, un Párroco modelo. El Doctor Francisco Celma, págs. 15 y 16. Francisco Celma, «Historia del Santuario de Nuestra Señora de la Misericordia y de la fuente de la Vellá», págs. 4 y 5.

     

    Información turística: Ayuntamiento de Catí- Mayor, 2- Tel. (964) 40 90 81 - CATÍ (Castellón)

    © Página creada por Joaquim Carbó Miralles , 1998

    Textos de Antonio Meliá y de Paco Martí


    Última actualitzación: 16 de diciembre de 2002